IMPRESCINDIBLES
Caminar por los senderos balizados que recorren las alturas de estas escarpaduras contra las que se bate el Atlántico.
Admirar desde los jardines Étretat una de las mejores vistas de estas paredes verticales y de la playa. Se encuentran junto a la capilla de Nuestra Señora de la Guardia, en lo alto del acantilado de Amont.
Hacer una excursión en barco por el entorno de los acantilados para verlos desde el mar con otro punto de vista. También es posible embarcarse en un antiguo velero, sobrevolarlos en un ultraligero o practicar el kayak o el paddle surf para acercarse aún más a ellos.
Visitar en el acantilado de Amont el Museo del Patrimonio de Étretat, un descubrimiento de la historia de esta localidad del norte de Francia.
Acercarte a conocer en Étretat Le Clos Lupin, la original casa del autor Maurice Leblanc.
Visitar el château des Auygues, una antigua residencia de verano del siglo XIX de las reinas de España con muebles y recuerdos de las familias reinantes del siglo XIX, incluidas colecciones de porcelana de China.
A poco más de 15 kilómetros al norte de Étretat se encuentra Fécamp, otro pueblo asomado a la costa de alabastro, en cuya abadía benedictina se producen unos deliciosos licores que hay que probar.
MUY PRÁCTICO
Para llegar a los acantilados desde España primero hay que volar a París y después continuar la ruta en coche. Étretat está a unos 200 kilómetros de la capital francesa.
Antes de visitarlos es importante mirar las tablas de las mareas (maree.info), ya que con alta no se puede acceder a algunas zonas de playa y con la marea muy baja se puede pasear incluso bajo los arcos de los acantilados de Étretat.
La subida a los acantilados es algo dura, pero compensa las paradas que brindan los distintos miradores.
Conviene tener en cuenta que el viento sopla con fuerza en este tramo de la costa norte francesa, por lo que es mejor ir provisto con ropa adecuada. La lluvia también es frecuente.